La bondad en su estado más puro: una comunidad unida por la ayuda a «la Princesa»

En un rincón apartado del país, donde el tiempo parece detenerse y la maldad no ha logrado dejar su huella, un grupo de almas nobles ha decidido escribir una de las historias más hermosas jamás contadas. Allí, en la comunidad de Buenos Aires, en Ñürüm en la comarca Ngäbe Buglé la tranquilidad del campo, germina la solidaridad como si fuera el mejor fruto de la tierra.

Bajo el liderazgo de Jermaine Cumberbacht, quien ha demostrado que el corazón no tiene límites, y con el lente preciso de su camarógrafo Roberto Zambrano, esta comunidad ha dado un ejemplo de lo que significa la verdadera unión. Los relatos de Jermaine, llenos de admiración y humildad, narran un reto que, aunque ha sido uno de los más duros, también es el más inspirador.

Personas de todas las edades, desde un joven de apenas 17 años hasta vecinos con necesidades aún mayores, se han levantado al amanecer para caminar por horas y cargar materiales. Todo con un solo propósito: ayudar a quien llaman «la Princesa». ¿Y qué Princesa no merecería un palacio? Para ellos, su lugar, lejos de la codicia y la mezquindad del mundo, es un verdadero reino de paz y pureza.

«Es impresionante. Aquí no hay pizca de maldad. Todos se sienten parte de esta ayuda», comenta Jermaine, quien no puede contener la emoción al ver la entrega de estas personas. «Es diferente. Aquí, quienes tienen la misma necesidad, o incluso mayor, vienen a dar apoyo. Esto no se ve en cualquier lado».

Roberto Zambrano, siempre atento a los detalles, captura con su cámara cada gesto de generosidad y cada sonrisa sincera. Desde las primeras horas de la mañana, su lente ha sido testigo de una procesión de más de 50 personas, cargadas no solo de materiales, sino también de esperanza y amor.

La ayuda aquí no es caridad; es una extensión del corazón de cada uno de los involucrados. La Princesa no está sola, y su comunidad le demuestra, día a día, que el verdadero lujo no está en las cosas materiales, sino en el amor que se recibe.

Jermaine y Roberto han logrado, no solo construir un hogar, sino también inmortalizar una lección que, en tiempos como estos, debería resonar en todos: la bondad pura todavía existe, y su mejor refugio es el corazón del campo.

Comunidad.
Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos relacionados